Los protagonistas de la carrera realizada en Empedrado el sábado pasado guardarán en sus memorias las emociones vividas en aquella jornada: los aprestos para la largada, la buena onda entre los participantes, el aliento de los animadores, la música de los altavoces y, finalmente, la orden de partida.

En el primer tramo de la carrera se entremezclan sensaciones como de lanzarse a lo desconocido y las dudas de ser capaz de finalizar el recorrido… más cuando se siente el pulso ya muy elevado cuando apenas ha empezado la carrera. Pero la presencia de grupos humanos corriendo a la par animan a enfrentar el desafío. Y en el camino no faltarán quienes alienten: -Vamos que se puede! -Lo estás haciendo bien! -Ya lo tenés, falta poco! -Genio/a!… Ese estímulo impulsa hacia adelante.

El escenario fue inmejorable: el camping municipal (santuario ribereño de nuestra ciudad), las playas arenosas del Paraná, las barrancas y sus mil formas esculpidas por la naturaleza, los montes vegetales y los numerosos desfiladeros que surcan las barrancas por doquier.

Todo corredor/a habrá reverenciado cada tramo del recorrido que le tocó realizar. Probablemente, en el embelezo por tanta lindura, se hayan percatado que ya estaban finalizando la carrera. Y de vuelta al camping donde fueron recibidos con aplausos y vítores. Y el premio de una hermosa medalla para el recuerdo.

Pero, sin duda, el mayor premio que cada corredor/a ha de ser la renovación de su autoestima para continuar enfrentando los demás desafíos de la vida.

Una mención especial se merecen los organizadores de la carrera, las chicas y chicos de La Costa. Nobleza obliga, han realizado un gran evento como Empedrado se lo merecía. Esta fue la primera edición y ojalá se repita, de ahora en más, todos los años.